Jaime Díaz Lavanchy tiene 40 años. Sus ojos inspiran confianza. Tiene un tono de voz suave pero sus palabras convencen. Vivió siete años en Barcelona e hizo carrera como director y guionista de la serie que rememoraba la vida de Antonio Gaudi, el artista más emblemático de Cataluña.

Fue colegial en pleno gobierno militar. Participó de movilizaciones históricas contrarias a la dictadura y le tiraba piedras a los efectivos represivos.

Por Denisse Leighton

Hoy, treinta años después, sigue aborreciendo los castigos que la policía impone a quienes se movilizan. Critica a la prensa y a los políticos por su ambivalencia y falta de profesionalismo. No se considera un activista social, pero tiene clara su responsabilidad como ciudadano.

Últimamente se ha estado juntando con muchos adolescentes. Asegura que los respeta y que no por ser adulto se es más sabio. Jaime Díaz Lavanchy es el director del documental “La Revolución de los Pingüinos” película que acaba de ganar el FIDOCS 2008 y recibió un Paoa en el 20° Viña del Mar. Gracias a los galardones obtenidos en ambos festivales, la película podrá ser subtitulada en otros idiomas y así participar en los festivales europeos y norteamericanos de mayor relevancia. “Estos premios son importantes porque permitirán que la película se difunda en el extranjero y aporte a visualizar el movimiento secundario y sus demandas”, señaló Jaime Díaz después de ambas ceremonias de premiación.

Además, ya se están realizando las gestiones para distribuir el documental en DVD; de esta manera, “profesores, estudiantes y todas las personas que nos han manifestado su interés, podrán tener acceso a este registro histórico”, cuenta el documentalista.

En esta entrevista Jaime Díaz nos habla acerca de cómo logró producir el film y de la frustración que le causa el hecho de ver cómo el Estado está haciendo todo lo posible por destruir a una generación de adolescentes que por primera vez, después de tanto tiempo, dice: -¡queremos participar!-.

:: Contra Viento y Marea

Jaime se sienta en su escritorio, prende el computador y abre en Final Cut el archivo original de su documental. Le pone Play. En su cara se nota que no está satisfecho. Asegura que lo ha visto 10 mil veces pero recién va en el 60% de la edición. “Cada vez que lo veo le encuentro algo que debo cambiar”, cuenta.
Mientras, en el monitor del Mac corre la película. María Jesús Sanhueza, Karina Delfino, Juan Carlos Herrera (capitán conejo), César Valenzuela entre otros estudiantes secundarios son los protagonistas de la historia. Pancartas, gritos en contra del Ministro de Educación, uniformes, movilizaciones y protestas abundan en el documental.

“¡Mira ahí la cámara se me mueve, es que no tenía trípode!” apunta Jaime. Quiere explicar que no consiguió financiamiento para la producción de su obra y agrega: “A los productores que les presenté el proyecto me dijeron que no les tincaba así que tuve que trabajar solo. No tenía ni siquiera un micrófono. Arrendé una SONY 150, la cámara más simple o más económica de las profesionales. Grabé en DV CAM con cinta de Mini DV esas que cuestan 2500 pesos. A mí lo que me gusta es ver que la tecnología no es una barrera”.

Ninguna productora quiso aportar al desarrollo del documental. Jaime tuvo que pasar más de 14 horas junto a los estudiantes. Iba a grabar las manifestaciones y él mismo debía preocuparse de los equipos. Con miedo de que los rompieran o hasta se los robaran filmó su película porque sabía que era un momento histórico que debía quedar registrado contra viento y marea.

“Siempre te dicen que toda película debe tener el pre producción, anteproyecto, plan de marketing, plan de guión. Toda esa lógica para conseguir fondos concursables del gobierno queda un poco cuestionada cuando uno hace una película como esta. Obviamente, hay momentos en que no queda tiempo para hacer guiones, porque la realidad está sucediendo frente a tu cámara”.

“Incluso te piden en algunos casos una carta de compromiso de alguna persona que vas a entrevistar ¡Imagínate que yo me hubiese puesto a pedir cartas de compromiso! no podría haber hecho el documental. Debería haber un mecanismo de apoyo para este tipo de producciones con menos requisitos” enfatiza Jaime, mientras en la pantalla del computador a punta de lumazos y patadas toman detenido a un estudiante.

¿Qué te pasaba cuando veías que detenían o agredían a los chicos?

Me daba mucha rabia. Pero sabía que era más importante lo que podía hacer con la cámara. Sé que en algunos momentos la policía no golpeaba a los estudiantes porque me veían grabando y no se querían exponer. Sin embargo, muchas veces quise guardarla y defenderlos.

Un momento culmine de la grabación fue el 5 de junio cuando Juan Carlos Herrera viene saliendo del Instituto Nacional y lo empiezan a acosar los periodistas, camarógrafos y algunos mirones. Él tenía que ir a una reunión y no lo dejaban pasar. En un momento dado guardé la cámara, jamás había hecho eso en dos semanas de grabación. Empecé a empujar junto con otros amigos del conejo y logramos abrir a la muchedumbre. Nos pusimos a correr y nos metimos al metro. El guardia cuando vio que se venía una avalancha de gente nos dejo pasar y cerró la puerta.

Una hora después estábamos en la casa del senador Sergio Páez y en una reunión que fue la más secreta del movimiento entre los líderes sindicales, dirigentes de estudiantes y el senador Mariano Ruiz Esquide, que en ese momento estaba negociando con el gobierno. Fue en un departamento en Vitacura de espaldas a la prensa y estuve ahí porque empujé y corrí con ellos. Si hubiese seguido grabando desde fuera los habría captado corriendo y jamás hubiese estado en esta reunión.

:: “Un Mensaje para toda la Sociedad Civil”

Durante años se ha visto que la mayoría de las movilizaciones terminan con violencia. Algunos dicen que la culpa es de la policía que provoca a los manifestantes con sus carros lanza aguas, otros culpan a quienes se movilizan por la violencia desmedida en las calles. Finalmente se convierte en un círculo vicioso.

Para Jaime el asunto más importante de esta discusión es la impunidad de quienes agreden a los jóvenes en las marchas. “A mí lo que me da más tristeza y me causa una desazón enorme es ver cómo el Estado está haciendo todo lo posible por destruir a una generación de adolescentes que por primera vez, después de tanto tiempo, han dicho queremos participar, queremos tener opinión, queremos una sociedad más justa” opina.

“Lo peor es que ahora aprueban una nueva ley la cual demuestra que nunca quisieron escuchar a los estudiantes porque no incluye sus demandas. Esta ley los ningunea, les dice de alguna manera: ¡hagan lo que hagan, aunque sean millones los que se movilicen no vamos a escuchar! Y no es sólo para los pingüinos este es un mensaje para toda la sociedad civil”, agrega.

Además, dice que “el Estado en vez de darse cuenta del tremendo capital humano y las enormes posibilidades que esto significa para el futuro de nuestro país los aplasta con todo el peso, con todo el poder”.

También tiene una opinión bastante dura sobre la actitud que han tomado algunos legisladores respecto de este tema. “Me sorprende que los políticos de la Concertación tengan tan poca alma porque se supone que alguna vez la tuvieron. Hay gente que al parecer se olvidó de lo que tuvieron que vivir. Algunos fueron reprimidos en las calles, hay gente que luchó por la libertad. Personas que se inspiran en Salvador Allende. Ahora no se puede marchar por la Alameda ya que los mismos herederos del Allende lo impiden. Están enamorados del poder y del dinero” enfatiza apasionadamente.

:: Mil Firmas por María Música y el Jarrazo

En julio de este año una joven de 14 años, desconocida por los medios de comunicación, se hizo famosa. En el marco de una Jornada de Clausura de Diálogos Participativos por la Educación Pública, María Música Sepúlveda dio vuelta un jarrón de agua en la cabeza de la Ministra de Educación, Mónica Jiménez.

El mismo día, un par de horas después, la Ministra presentó una demanda contra la joven por “atentado contra la autoridad”.

Por esos días, Jaime recién había estrenado su película en el Centro de arte Alameda y después de mucho trabajo nuevamente le quedaba tiempo para salir a la calle a registrar lo que sucedía. Es así como conoció a María Música en medio de las manifestaciones.

“Patrociné que se presentara una carta en la Unicef. Porque me enteré que días antes del jarrazo la habían golpeado muy brutalmente mientras se realizaba un desalojo en su colegio donde quedó llena de moretones” cuenta.

“Después de mucho hablar e investigar me di cuenta que cuando la niña hizo lo que hizo estaba con una frustración brutal, tenía toda una cosa reprimida a nivel emocional y no había sido un exabrupto, ni menos que tuviera otras motivaciones. María Música no era una chica de un carácter violento, no estaba desahogando otras cosas. Lo que estaba desahogando era la represión que había sufrido”, argumenta Jaime para justificar su carta a la Unicef.

Al momento de rodar el documental Jaime vio los DDHH vulnerados de cientos de estudiantes pero nunca dejó su cámara para defender físicamente a algún joven. Sin embargo, esta vez ocurrió algo diferente. “Vi su realidad y que además la estaban pasando a una fiscalía para ser procesada por atentado contra la autoridad. Me dio mucha rabia. Ahí decidí no aguantarme y hacer algo más que documentalizar”.

“A fin de cuentas hay un momento en que el arte y la creación no puede ser imparcial cuando se trata de temáticas sociales y/o políticas. Uno ve que están cometiéndose injusticias y también se transforma en un actor social” agrega el director.

:: Jaime también fue Pingüino

En los años 80’ Chile vivía en pleno gobierno militar y Díaz era estudiante secundario. Las manifestaciones contra el régimen eran pan de cada día. Jaime asegura que no era militante de ningún partido político pero reconoce que “en las marchas le tiraba piedra a los pacos” mientras lanza una carcajada.

Durante las marchas de los pingüinos en 2006 ¿Te recordó en algún momento tu época de estudiante?

Si. La represión en las calles no es tan distinta hoy en día que en época de dictadura. Obviamente hoy no matan, no torturan, no existe ese terrorismo de Estado detrás de la represión. Eso le da a la gente un margen de libertad de movimiento y pensamiento. Los DDHH están mucho más protegidos que en esa época. Pero en la dictadura no todos los días se asesinaba, ni se rompían cabezas en la calle en algún momento la represión era igual que ahora, exactamente igual. Siento que Carabineros golpea mucho a la gente y los detienen con una impunidad impresionante.

¿Tuviste un flashback en alguna manifestación?

Todos los días que veía la represión en las calles me transportaba a la dictadura. Todavía cada vez que voy a una marcha y veo cómo actúa la policía me siento igual que en la dictadura. Siento la misma impunidad.

 

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