El reto de la TVD-T fue analizado por distintos especialistas latinoamericanos en el marco del Seminario de Televisión Digital dictado entre el 24 y 25 de mayo en la Universidad de Chile.
La digitalización es el paso inevitable en el desarrollo de la tecnología asociada a la televisión. En este escenario, uno a uno los países se han pronunciado en torno a la implementación del nuevo formato de transmisión. Es decir, tomar una decisión respecto de la norma que guiará los destinos televisivos de sus respectivas sociedades.

Chile no está al margen de esta realidad y durante los próximos meses deberá definir cuál normativa implementará en su espectro radioeléctrico: la norteamericana, la europea o la japonesa.

La decisión final aún no está tomada; pero más allá de la norma escogida, son muchas las consecuencias que trae esta nueva forma de acceder a la televisión. Estas disyuntivas fueron analizadas por distintos especialistas latinoamericanos en el marco del Seminario de Televisión Digital dictado entre el 24 y 25 de mayo en la Universidad de Chile.

En la cita se reunieron diversos actores de la sociedad civil que reclaman una participación activa en este cambio tecnológico, que se presenta como una gran oportunidad para la diversidad, pero que debe lidiar con los aspectos legales que rigen a la TV chilena y los intereses creados desde las primeras señales emitidas en los tiempos de Carlos Ibáñez del Campo.

El único responsable de dirimir la discusión es la SUBTEL, pese a las presiones que desplazan lo técnico por criterios políticos y económicos, más allá de la norma que se adopte, el debate de este seminario estuvo centrado en la pantalla, en el marco del particular desarrollo de este medio en Chile. A la luz de las posibilidades que abre la incorporación de la TVD-T.

En este sentido, la cita, amplió el debate desde la discusión por el tipo de norma que se adoptará en Chile hacia una discusión académica, plural, respecto a las necesarias reformas que debieran hacerse respecto del actual sistema de televisión abierta. Así, mientras la ANATEL considera no importante la norma que se adopte, pero de manera pública ha demostrado su interés por la ATSC (estadounidense) también lo han hecho otras organizaciones como ARETEL BÍO-BÍO que se ha inclinado por la DVB (europea), misma por la que se inclinan los académicos de la casa de Bello.

Sin dudas que el debate dejó claro que este nuevo escenario para la televisión, abre las posibilidad de multiplicar la participación de los diversos actores, representativos de la pluralidad del país, tanto en la gestión de canales de televisión (regionales, comunitarios, etc.) como en la generación de contenidos y de capacitación.

Nunca antes tuvimos tantos profesionales capaces de realizar TV de calidad, como tampoco tantas horas sin ser estrenadas en materiales de distintos formatos y géneros, entonces surge la interrogante de por qué se ha demorado tanto la SUBTEL en dar su decisión si las bandas UHF (canales del 21 al 69) las congeló desde el año 2000 bajo la excusa de mantener el espectro limpio para este salto tecnológico. ¿A quién se le da el tiempo?

El seminario no estuvo exento de polémicas. Al debate propuesto desde la TV “marginal” contra los grandes canales de las señales abiertas, se sumaron miradas tendientes a comprender lo necesario de tomar una decisión de país antes de que perdamos la oportunidad histórica de poder contar con un sistema mediático pluralista, descentralizado y que tome en cuenta a los actores sociales.

Se desmitificaron algunos errores que rondan por las cabezas de los chilenos que piensan que la transformación puede significar X con determinada norma, o que significará la proliferación de canales de televisión. Ni lo uno ni lo otro, lo cierto es que la discusión dejó más preguntas que respuestas. Como suele ocurrir en los ambientes académicos.

Es necesario legislar para poder realizar el salto tecnológico y abrir la discusión a todos los actores sociales del audiovisual, ya que los principales actores del mercado actual no quieren dejar de percibir los 380 millones de dólares que reparte el negocio de la TV en Chile y que se han preocupado de sostener que no es una cifra interesante para los volúmenes de costos que existen en la producción. Son varias las dudas que nos deja, pero es un premio al desarrollo social que podamos debatir junto a los principales gestores del sistema actual que rige a la TV. Al menos el derecho a pataleo ha sido recogido.

Al parecer el consenso social indica que se debería concesionar hacia una lógica de múltiplex, es decir, ofrecer espectro para HDTV (para una gran cobertura) y poder tener al aire otras señales segmentadas, más un espacio para otras aplicaciones como la transmisión de señales a los teléfonos móviles.

¿Deben los canales de señal abierta seguir profitando del espacio público bajo el modelo de concesiones perpetuas? Bajo esta oportunidad que nos brinda la tecnología ¿Debemos continuar con la convergencia de contenidos en la TV chilena? ¿Los 6 megahertz con los que se podrá transmitir en el futuro son propiedad de los canales “históricos” o son el fiel reflejo de la plaza pública que nos va quedando? Juzgue usted.

Tweet